EL INSTANTE SE HACE DURACIÓN
Un gesto sutil…
Un solo instante de vida, que da fuerza y valor a la existencia. Un íntimo dibujo, insiste, para entregar una visión del universo. Las huellas de unos pocos trazos son capaces de contener todo un mundo y todo un pensamiento del mismo: revelación, ocultación, amor, experiencias, sensaciones, emociones, cuerpos, manifestaciones… y todo de modo simultáneo. Su secreto es atrapar la vida en un devenir incesante; en un principio de coexsitencia que emerge de un lugar, temporal y espacialmente determinado, donde los contrarios se perciben. Zona donde el golpe entre lo más confuso y contradictorio descubre su verdad en el propio ser. Y todo esto se da en un dibujo. Una concepción que se niega al pensamiento mecánico, sembrando la pregunta. Es y existe como instante verdadero, suma de riqueza y contradicción, que incorpora múltiples intensidades.
Al tiempo de la vida que corre continuamente, Darío Zana le inventa un instante poético en tanto reunión de los opuestos paradójicos. Razón y pasión le dan a su obra una dosis de exaltación dirigida por los sentidos, las emociones y la propia intimidad; excediendo la mera figuración, incluso cuando se asemeja a algo, puesto que su obra es la cosa misma en su presencia sobre la superficie material.
En intrínseca relación con una singular manera de sentir, desear y hacer; el artista pone en gesto aquellos instantes de inauguración y reconciliación, desde la profunda convicción de que la vida sigue su curso abriendo nuevos mapas y coordenadas de navegación. Esta idea es palpable en obras donde las figuras, como un padre perdonado o un niño en plena búsqueda, se instauran en fondos llenos de trazos que, como venas o nervios, motorizan e impulsan la vida.
Ya nada se define por similitud, sino por una fuerza moduladora que se extiende como manera continua y perpetuamente variable. El instante se hace duración en tanto gesto que permite el encuentro sin bordes ni centro, más allá de lo obvio.

Laura Reginato
Abril del 2010